XXI
Fui el único asistente al entierro de Silvia. Quizás John me
habría acompañado, pero eligió quitarse la vida, y lo entiendo. Hoy, esta
noche, cinco días más tarde, creo que a mí me faltan huevos hasta para eso.
Yo elegí el bolígrafo, el papel, mi memoria y el frío de la
noche antes que el cañón, la bala y lo desconocido. Después de todo, Silvia se
marchó sin decirme adiós. Ni tan siquiera me pidió que le guardara un secreto.
Tras contar su historia puedo reafirmar que admiro a Silvia profundamente.
Ahora más que nunca entiendo que todo lo hizo en base a unos valores. Unos
valores fuertes y auténticos, pese a su difícil vida. Y, como todos, murió
víctima del amor. Porque sí, aquello también era amor.
No hubo reportaje estrella. No cayó ningún gobierno. John
Santos ha sido sustituido, sin más efectos. La droga sigue circulando, con más
fuerza que nunca. Los clubs y las putas siguen abiertos. Pero Silvia se ha ido,
y me ha dejado solo.
Todo es cuestión de piezas. Mi vida se resume en ella. No se
introduce, pero sí se desarrolla, muere y concluye con Silvia. Todas las piezas
de mi puzzle son suyas, y ahora sólo espero que en su puzzle yo tenga alguna
pieza.
No contamos con piezas que no encajan porque no encuentran
su lugar, con piezas que no encajan y deberían, piezas que encajan y no deben…
Te quiero, Silvia.
*Óliver Pramol fue hallado muerto en la mañana del martes
veinte de enero del 2016. Unos niños que iban a la escuela lo encontraron
muerto junto a un contenedor. Al parecer murió congelado durante la noche.
Pramol era un vagabundo y cuando fue descubierto sólo poseía una libreta, un
bolígrafo, y un cartón de cigarrillos vacío. Nadie denunció su desaparición ni
preguntó por él.
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