domingo, 24 de marzo de 2013

Aúlla al satélite


El lobo encontró su monte propio, solitario, refugio desde el cual observa a sus víctimas, a los vecinos a los que decide si respetar o aniquilar. Descubre su interior como nunca antes lo había sentido, y siente que solo es fuerte, que su individualidad es oro y su ego, conciencia.

Con las patas en la tierra, pero con una cabeza que no se ata a sus hombros.  Entre letras y pensamientos; abstracto. Él. Alquimia, conocimiento. Ciencia. Mentira. ¿Quién trae algo mejor? Eterno reto, desafío. A la vida, a la humanidad, cuando la esperanza otrora clara decae en oscuridad… y velas.

Porque el lobo sigue aullando al astro de luz. No deja de observarlo en busca de una señal. Ella lo mira y sonríe, sin ataduras. ¿Sonrisa de quién se sabe en las alturas o de quién realmente posee un interés? Eso sí, aunque él aúlla sabe que la Luna también lo admira. Siempre atento al satélite, aunque solo, siempre solo. Alguien por quién sacrificar silencios. 

Lo único que me asusta es que seas sólo una ilusión, que no seas cierta. Satélite.