jueves, 8 de septiembre de 2011

Abstracto.

 Fieles a mi palabra, hoy os presento formalmente a mi pareja. Declaro ante todos ustedes mi amor por un concepto, mi amor por lo abstracto. Pero... ¿qué es lo abstracto? La gran mayoría conocerá este término por el arte. El arte abstracto es aquel que huye de la imitación de otra forma ya concebida. En sus expresiones, no representan a ningún "algo". No hay una forma, un cuerpo determinado en el arte abstracto. Un arte que no representa cuerpos, sino ideas. Un arte que no expresa acciones, sino sentimientos. Un arte puro.

Tiene relación, pero no es exactamente de lo que vengo a hablaros. Vengo a hablaros de lo abstracto no como expresión, sino como tema de inspiración. De amor por lo que se entiende por abstracto. Amor por lo abstracto cuando lo abstracto es lo no material. Porque lo material siempre muere. Todo lo material se pudre. Lo pudre el aire, lo matamos nosotros. De una forma o de otra, lo material muere. Pero para lo material la muerte supone un alivio, pues antes de morir ha pasado de moda y queda en el olvido. Lo material muere en la soledad. Todo lo material tiene un substituto.

Mas no lo abstracto. Porque una idea siempre tendrá vida. En la cabeza de uno, o de otro. En mi cabeza, o en la tuya. Una idea no muere, se transmite. Un concepto siempre se mantendrá vivo. Lo abstracto, es el cigarro que no se apaga bajo la lluvia. Ser abstracto es ser inmortal. Un yogur que no caduca. Navegar a través de los siglos, siendo interpretado de formas distintas, pero estando ahí, que es lo importante. De ahí mi amor por lo abstracto.

No hay chuchería más dulce que inspirarse con conceptos abstractos. Un reto apasionante. Que te enamora conforme desarrollas el arte. Escultura, pintura... o en mi caso escritura. Un torbellino de ideas que no cesan, pero que te sumergen, te sumergen... y amenazan con ahogarte. Así podría definir lo abstracto y lo que significa para mí. La fuente de mis ideas más valiosas. Abstracto. Mi fuente de ideas. Y aún no me ahogo...


Paz!

martes, 6 de septiembre de 2011

06.09.11.

 Mis versos son elixir para sentimientos
que yacen en corazones muertos.

Puede que me equivoque pero siempre escribo mi verdad,
pues quién escribe con el alma siempre escribirá su realidad,
y no es casualidad que sepan más de mí de lo que deben,
si mi cuaderno fuese mar ustedes serían sus peces.

Quién conoce mi cabezonería aceptará con satisfacción,
que en mi lugar de fantasía diré sí a la utopía antes que a la razón.
Mas, ¿qué se yo?, de aquello que llaman mundo
si cuando gritamos "¡Libertad!" sólo se oye en el submundo.

Pero no, a estos cuerdos llamados locos
jamás nos convencerán
para dejar de gritar
aunque seamos unos pocos.

 Pues si luchas puedes perder,
pero si no luchas estás perdido.
Convencido,
 de que la anarquía traería el orden,
como aquel luchador anciano mi espíritu siempre será joven.

Cansado ya de buscar un corazón que de verdad me ame.
Convencido ya de que no existen personas que comprendan mi engranaje.
Mas enamorado moriré de las palabras que hacen que todo encaje.


Paz!

domingo, 4 de septiembre de 2011

Sonríe. :)

 Todos nacemos con una sonrisa, pero… ¿solemos lucirla? No me vale eso de que mis dientes son pequeños, o demasiado grandes, o que mi sonrisa no es bonita. No existen sonrisas feas, pues más allá de la belleza que reside en un esmalte, existe el talante que expresa. El poder de una sonrisa.

Cuando las cosas van bien, sonreír es fácil y común. Sonreímos sin motivos por el mero hecho de hacerlo. Porque nos sienta bien. Tropezamos con el suelo, y sonreímos. Entonces la caída sienta mejor. Caminas por la calle y eres feliz. Los perros te sacan la lengua para que les devuelvas el gesto. La luna te sonríe desde arriba. La farola te ilumina, porque tú eres la protagonista de tu historia de princesas. Entonces tu sonrisa transmite felicidad, una felicidad radiante como el Sol que contagia a quién te mira. Sonrisa, espejo del alma.

También podemos usar la sonrisa como recurso. Sonreír para romper el hielo. Dos personas se encuentran enfrente la una de otra en un autobús. Se miran de arriba abajo con timidez, con cortesía. ¿Cómo romper esa barrera de la timidez? Una sonrisa. La que aparece tras el roce de sus miradas. El primer paso de una bonita relación. Pues una mirada insinúa, mas una sonrisa sincera.

Pero hay veces que sonreír se convierte en una tarea muy complicada. Una horrible noticia nos deprime. Nos hace hundir la cara entre las rodillas y cerrar los ojos. Hacemos esto porque ya no queremos vivir, no queremos ver nada. Y si por error abrimos los ojos, sencillamente ver el suelo. En esos momentos aconsejo un movimiento. Acércate a un espejo, limpia las lágrimas que brillan en tus mejillas y abre los ojos. Observa tu rostro destrozado en el espejo. Detén  el llanto. Y entonces, aunque no tengas motivos, sonríe. Sonríe. Y observa tu sonrisa. Observa la luz entre el marco oscuro, entre el paisaje gris. Y entonces, sólo entonces, acércate a tu sonrisa. Y abrázala. Te darás cuenta que no siempre hay que tener un motivo para sonreír, porque sonreír es el motivo. Cuando sonreír se convierte en una necesidad.

  
  SONRÍE.



Paz!