domingo, 4 de septiembre de 2011

Sonríe. :)

 Todos nacemos con una sonrisa, pero… ¿solemos lucirla? No me vale eso de que mis dientes son pequeños, o demasiado grandes, o que mi sonrisa no es bonita. No existen sonrisas feas, pues más allá de la belleza que reside en un esmalte, existe el talante que expresa. El poder de una sonrisa.

Cuando las cosas van bien, sonreír es fácil y común. Sonreímos sin motivos por el mero hecho de hacerlo. Porque nos sienta bien. Tropezamos con el suelo, y sonreímos. Entonces la caída sienta mejor. Caminas por la calle y eres feliz. Los perros te sacan la lengua para que les devuelvas el gesto. La luna te sonríe desde arriba. La farola te ilumina, porque tú eres la protagonista de tu historia de princesas. Entonces tu sonrisa transmite felicidad, una felicidad radiante como el Sol que contagia a quién te mira. Sonrisa, espejo del alma.

También podemos usar la sonrisa como recurso. Sonreír para romper el hielo. Dos personas se encuentran enfrente la una de otra en un autobús. Se miran de arriba abajo con timidez, con cortesía. ¿Cómo romper esa barrera de la timidez? Una sonrisa. La que aparece tras el roce de sus miradas. El primer paso de una bonita relación. Pues una mirada insinúa, mas una sonrisa sincera.

Pero hay veces que sonreír se convierte en una tarea muy complicada. Una horrible noticia nos deprime. Nos hace hundir la cara entre las rodillas y cerrar los ojos. Hacemos esto porque ya no queremos vivir, no queremos ver nada. Y si por error abrimos los ojos, sencillamente ver el suelo. En esos momentos aconsejo un movimiento. Acércate a un espejo, limpia las lágrimas que brillan en tus mejillas y abre los ojos. Observa tu rostro destrozado en el espejo. Detén  el llanto. Y entonces, aunque no tengas motivos, sonríe. Sonríe. Y observa tu sonrisa. Observa la luz entre el marco oscuro, entre el paisaje gris. Y entonces, sólo entonces, acércate a tu sonrisa. Y abrázala. Te darás cuenta que no siempre hay que tener un motivo para sonreír, porque sonreír es el motivo. Cuando sonreír se convierte en una necesidad.

  
  SONRÍE.



Paz!

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