jueves, 17 de noviembre de 2011

Caballo blanco, caballo negro.

 El célebre filósofo Platón, en el S. IV a.C, elaboró un mito en referencia al equilibrio en la vida de las personas: el Mito del Carro. Según el mito, nuestra vida es un carro griego en el cual el conductor o auriga somos nosotros mismos. Del carro tirarán dos caballos: un caballo blanco, noble y obediente, y un caballo negro, desobediente y desbocado. El camino a recorrer que es nuestra vida serpentea por un acantilado. El auriga, con la ayuda del caballo blanco, deberá controlar al caballo negro para no caer al vacío.

 Para entender mejor el mito, hay que saber que Platón enfrentaba la razón con los sentidos, situando a la razón por encima de todo. También hay que saber que en aquella sociedad existían dos tipos de leyes enfrentadas: el Nomos y la Physis. La Physis era la ley de la naturaleza que existe desde siempre. El Nomos era la ley de la ciudad, arbitraria y variable de una polis a otra y era, de los dos tipos de leyes, por la que te castigaban al incumplirla. Evidentemente, en su mito Platón hace referencia a cumplir el Nomos, a las leyes forjadas desde la razón.

 ¿Por qué te traslado estas nociones de filosofía? Pues porque me pareció muy interesante el mito. Pero en especial, por la relación que le encuentro con la actualidad. El Nomos del S.IV a.C era fijado democráticamente por el pueblo pueblo pues existía una democracia perfecta, pero... ¿y las leyes que hoy obedecemos? ¿Son realmente justas?

 En mi opinión, muchas de las leyes que nos han impuesto sin preguntarnos van contra la naturaleza del ser humano. Y no me refiero a la propiedad privada. Hay leyes que violan los derechos humanos, los que aparecen en la Declaración y los que no. Por tanto, ¿hemos de ser hermosos y nobles caballitos blancos que obedecen sin rechistar? No. ¿Por qué no ser un caballo negro? ¿Tan malo es? Uuiii que malo es el caballo negro! Dale poder al caballo negro y verás como no se lanza por el acantilado. Muchos caballos negros son más honrados que los obedientes y nobles caballos blancos.

 ¿Qué caballo es el bueno y cuál es el malo? ¿Cuál es la idea de "maldad" que quieren hacerte creer? No los creáis. Realmente he sacado absolutamente de contexto el Mito del Carro. No relacionéis lo que he escrito con Platón. Pero reflexionad, ¿qué caballo es el malo? ¿Cuál es el más honrado y justo con él mismo y su sociedad? ¿Cuál es el caballo incómodo para el poder?



 Paz!

domingo, 13 de noviembre de 2011

Manifiesto en una botella.

 José camina desorientado por el paseo marítimo. El sol se despedía ya, hasta la mañana siguiente, claro. José seguía quemándose con su agonía interna. Él. como el sol, también pensaba en despedirse del mundo. Pero él no volvería a la mañana siguiente.

 Su decepción y su resignación desembocaban en impotencia. Su antigua esperanza de querer cambiar el mundo desapareció con la aparición de las primeras canas. Como sus padres siempre le dijeron: "Todos hemos sido de izquierdas en la juventud, en plena ebullición. Luego, terminas resignado."

 Pensó que mojarse los pies en la orilla del mar le haría bien. Y así, con los pantalones remangados y con los pies desnudos siendo acariciados por olas otrora eufóricas, ahora dormidas, dejó su mente en blanco. Toda su atención se centró en la sucesión de olas y en lo infinito del horizonte. A medio camino entre él y el infinito, divisó una botella de cristal. "Ni el mar se salva", pensó. Volvió a dejar la mente en blanco. Minutos más tarde, la botella se encontraba a sólo diez metros de él. Y esta vez, algo llamó su atención; distinguió algo dentro de la botella. Un papel.

 Al fin a su alcance, mas no sin mojarse el pantalón remangado, recogió la botella. Pese a su innata torpeza manual, extrajo del fondo el pergamino. Escrito se hallaba. Comenzó a leerlo con interés:

"                
                                              MANIFIESTO DE UN UTÓPICO


 Sé que te preguntas cómo ha llegado mi escrito hasta ti. No te lo preguntes más. Tu destino era encontrar esta botella porque el destino de la botella era encontrarte a ti. Eres un elegido.


 Sé que te resignas a existir como el que ve una película. Crees que lo que te rodea, poco tiene que ver contigo. Y poco tienes tú que hacer en todo esto. ¿Crees que te conozco? No personalmente, pero conozco la sociedad.


 Según los gobiernos, soy un terrorista. Según la sociedad, un utópico. Para ambos, un desquiciado. Pero soy un desquiciado que suda en las noches de invierno. Si bien mi sudor no es de perlas en la frente. Mi sudor es metafísico. Suda mi alma, pues soy un mártir. Pero un mártir muy vivo. No de los que se quitan la vida por un fin, sino de los que dedican la vida a una causa. Soy consciente de que la miel de mi causa jamás será degustada por mi paladar. Combato por los que están por venir.


 Gente como yo actúa por separado. Individualmente. Solemos existir uno por ciudad con suerte, uno por país normalmente, uno por continente desgraciadamente. Es por esto que hoy tienes este manifiesto en tus manos.


 El mundo puede mejorar. Si ya eres de los míos, de los que creen que el ser humano es bueno por naturaleza, no tengo nada de lo que convencerte. Por favor, devuelve la botella al mar. Si por el contrario, eres alguien normal, por llamarlo de alguna manera, y te encuentras persuadido por mis palabras, habrás dado algo de sentido a mi existencia.


 Porque un mundo mejor es posible, ayúdame a poner (o quitar) la primera piedra.


                                                                                  Acúseme de utópico, llámeme Ignacio."








Paz!