domingo, 13 de noviembre de 2011

Manifiesto en una botella.

 José camina desorientado por el paseo marítimo. El sol se despedía ya, hasta la mañana siguiente, claro. José seguía quemándose con su agonía interna. Él. como el sol, también pensaba en despedirse del mundo. Pero él no volvería a la mañana siguiente.

 Su decepción y su resignación desembocaban en impotencia. Su antigua esperanza de querer cambiar el mundo desapareció con la aparición de las primeras canas. Como sus padres siempre le dijeron: "Todos hemos sido de izquierdas en la juventud, en plena ebullición. Luego, terminas resignado."

 Pensó que mojarse los pies en la orilla del mar le haría bien. Y así, con los pantalones remangados y con los pies desnudos siendo acariciados por olas otrora eufóricas, ahora dormidas, dejó su mente en blanco. Toda su atención se centró en la sucesión de olas y en lo infinito del horizonte. A medio camino entre él y el infinito, divisó una botella de cristal. "Ni el mar se salva", pensó. Volvió a dejar la mente en blanco. Minutos más tarde, la botella se encontraba a sólo diez metros de él. Y esta vez, algo llamó su atención; distinguió algo dentro de la botella. Un papel.

 Al fin a su alcance, mas no sin mojarse el pantalón remangado, recogió la botella. Pese a su innata torpeza manual, extrajo del fondo el pergamino. Escrito se hallaba. Comenzó a leerlo con interés:

"                
                                              MANIFIESTO DE UN UTÓPICO


 Sé que te preguntas cómo ha llegado mi escrito hasta ti. No te lo preguntes más. Tu destino era encontrar esta botella porque el destino de la botella era encontrarte a ti. Eres un elegido.


 Sé que te resignas a existir como el que ve una película. Crees que lo que te rodea, poco tiene que ver contigo. Y poco tienes tú que hacer en todo esto. ¿Crees que te conozco? No personalmente, pero conozco la sociedad.


 Según los gobiernos, soy un terrorista. Según la sociedad, un utópico. Para ambos, un desquiciado. Pero soy un desquiciado que suda en las noches de invierno. Si bien mi sudor no es de perlas en la frente. Mi sudor es metafísico. Suda mi alma, pues soy un mártir. Pero un mártir muy vivo. No de los que se quitan la vida por un fin, sino de los que dedican la vida a una causa. Soy consciente de que la miel de mi causa jamás será degustada por mi paladar. Combato por los que están por venir.


 Gente como yo actúa por separado. Individualmente. Solemos existir uno por ciudad con suerte, uno por país normalmente, uno por continente desgraciadamente. Es por esto que hoy tienes este manifiesto en tus manos.


 El mundo puede mejorar. Si ya eres de los míos, de los que creen que el ser humano es bueno por naturaleza, no tengo nada de lo que convencerte. Por favor, devuelve la botella al mar. Si por el contrario, eres alguien normal, por llamarlo de alguna manera, y te encuentras persuadido por mis palabras, habrás dado algo de sentido a mi existencia.


 Porque un mundo mejor es posible, ayúdame a poner (o quitar) la primera piedra.


                                                                                  Acúseme de utópico, llámeme Ignacio."








Paz!
  

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