Hoy es mi cumpleaños. Hoy es el día en que todo el mundo te quiere
un poco más de lo normal. Los que nunca pensaron en ti, hoy descubren su amor
por ti. Los que te odian, o te siguen odiando o camuflan ese odio, pero no te
dicen que te odian. Hoy es el día de las interminables llamadas de teléfono.
Todas tan secas, tan rutinarias, tan iguales, tan oficiales… Nunca me gustaron
mis días de cumpleaños. Esos días en los que pareces iluminado por algún foco
extraño que te hace protagonista, en los que todo el mundo espera que hagas
algo espectacular, algo deslumbrante, algo inolvidable. ¿Y por qué? Porque es
el día de tu cumpleaños. Para mí todos los días son especiales. Todos los días
hay algún motivo para sonreír más que el día anterior, pero menos que el
siguiente. Y no por ser hoy el día de mi cumpleaños, mañana va a dejar de ser
un día único.
Pero hoy no es un cumpleaños cualquiera. Cumplo dieciocho
años. Eso implica un cambio en mi vida irremediable e imposible es el volver
atrás. Me convierto en un adulto, y debo ser yo mismo el que responda por mis
actos. Es hora de ser responsable. Aunque, por otro lado, ¿es una ley la que te
dice cuándo eres adulto? Es decir, ¿a partir de ahora soy más hombre? No.
Si hoy según la ley me convierto en mayor de edad, es
gracias a mi familia. Gracias a los que me han inculcado los mejores valores
que conocen para convertirme en el día de mañana en una persona de provecho, en
una persona íntegra. En una buena persona. Gracias a mi padre, que me enseñó
que la honestidad en el trabajo era lo más importante. Que quién engaña, tarde
o temprano, lo paga. Gracias a él también por enseñarme que el mundo sin la
risa no suena tan bien, y que siempre es momento para sonreír. Papá, te quiero.
Gracias a mi madre, que me enseñó a sacrificarme por mi familia, por aquellos
que siempre están ahí. Me enseñó a entregar un amor incondicional, que tarde o
temprano, será devuelto. Mamá, te quiero. Gracias a mi hermano Víctor, por
permitirme el mirarle a los ojos y ver reflejado todo lo que yo fui un día, los
errores que cometí y las pequeñas cosas que tanto disfrutaba y sigo
disfrutando. Hermano, te quiero.
No me olvido del resto de mi familia, de los que tan
orgulloso me siento, y con los que siempre me agrada estar. Junto a ellos,
también os agradezco a vosotros, mis amigos, algunos que me estáis leyendo algo
menos que eso y otros, mucho más, casi miembros de la familia. Gracias por
ayudarme a ser como soy. Gracias a la naturaleza, por mostrarme una vía de escape
cada vez que necesito respirar. Gracias al arte, a la música, a la escritura,
por enseñarme que otra forma de ver la vida es posible.
Gracias a todos vosotros, hoy me siento muy orgulloso de ser
quién soy. De ser cómo soy. De pensar como pienso. De sentir como siento.
Hoy es un día especial, y por ello voy a celebrar mi
dieciocho cumpleaños de una forma original en estos tiempos; con mi familia.
Con los que siempre están ahí. Los que me dicen que me quieren todo el año, no
sólo el día de mi cumpleaños. Este día es para ellos.
Paz!