viernes, 27 de julio de 2012

18.


 Hoy es mi cumpleaños.  Hoy es el día en que todo el mundo te quiere un poco más de lo normal. Los que nunca pensaron en ti, hoy descubren su amor por ti. Los que te odian, o te siguen odiando o camuflan ese odio, pero no te dicen que te odian. Hoy es el día de las interminables llamadas de teléfono. Todas tan secas, tan rutinarias, tan iguales, tan oficiales… Nunca me gustaron mis días de cumpleaños. Esos días en los que pareces iluminado por algún foco extraño que te hace protagonista, en los que todo el mundo espera que hagas algo espectacular, algo deslumbrante, algo inolvidable. ¿Y por qué? Porque es el día de tu cumpleaños. Para mí todos los días son especiales. Todos los días hay algún motivo para sonreír más que el día anterior, pero menos que el siguiente. Y no por ser hoy el día de mi cumpleaños, mañana va a dejar de ser un día único.

 Pero hoy no es un cumpleaños cualquiera. Cumplo dieciocho años. Eso implica un cambio en mi vida irremediable e imposible es el volver atrás. Me convierto en un adulto, y debo ser yo mismo el que responda por mis actos. Es hora de ser responsable. Aunque, por otro lado, ¿es una ley la que te dice cuándo eres adulto? Es decir, ¿a partir de ahora soy más hombre? No.

 Si hoy según la ley me convierto en mayor de edad, es gracias a mi familia. Gracias a los que me han inculcado los mejores valores que conocen para convertirme en el día de mañana en una persona de provecho, en una persona íntegra. En una buena persona. Gracias a mi padre, que me enseñó que la honestidad en el trabajo era lo más importante. Que quién engaña, tarde o temprano, lo paga. Gracias a él también por enseñarme que el mundo sin la risa no suena tan bien, y que siempre es momento para sonreír. Papá, te quiero. Gracias a mi madre, que me enseñó a sacrificarme por mi familia, por aquellos que siempre están ahí. Me enseñó a entregar un amor incondicional, que tarde o temprano, será devuelto. Mamá, te quiero. Gracias a mi hermano Víctor, por permitirme el mirarle a los ojos y ver reflejado todo lo que yo fui un día, los errores que cometí y las pequeñas cosas que tanto disfrutaba y sigo disfrutando. Hermano, te quiero.

 No me olvido del resto de mi familia, de los que tan orgulloso me siento, y con los que siempre me agrada estar. Junto a ellos, también os agradezco a vosotros, mis amigos, algunos que me estáis leyendo algo menos que eso y otros, mucho más, casi miembros de la familia. Gracias por ayudarme a ser como soy. Gracias a la naturaleza, por mostrarme una vía de escape cada vez que necesito respirar. Gracias al arte, a la música, a la escritura, por enseñarme que otra forma de ver la vida es posible.

 Gracias a todos vosotros, hoy me siento muy orgulloso de ser quién soy. De ser cómo soy. De pensar como pienso. De sentir como siento.

 Hoy es un día especial, y por ello voy a celebrar mi dieciocho cumpleaños de una forma original en estos tiempos; con mi familia. Con los que siempre están ahí. Los que me dicen que me quieren todo el año, no sólo el día de mi cumpleaños. Este día es para ellos.

Paz!

domingo, 22 de julio de 2012

Huida.


 Abrí la puerta del piso derramando lágrimas sobre la llave. Una vez más. Otra de tantas. ¿Cómo esquivar tantos puñetazos? Era abrir la puerta, la maldita puerta… y empezaba todo. Un torbellino de tormentos, sufrimientos y llantos, suicidios en el vecindario, embarazadas desesperadas porque traen al mundo una desgracia y no una luz…

 Me daña. Me daña la luz del sol, la luz de las farolas. Luz de luciérnagas, luz de cigarrillos… Salir a la calle me resulta un martirio. Un sacrificio que no estoy dispuesto a realizar. No pienso sangrar por lo que veo ahí fuera, por ese mundo artificial falto de colores.

 Por tanto vuelvo a mi piso. Por tanto vuelvo a mi cuarto. A mi cuarto de paredes vacías de muebles, pero llenas de sentimientos, de pensamientos, de colores. En mi cuarto no hay ventanas; yo dibujo mis vistas. Cierro los ojos y me evado. Muchos dicen que es peligrosa, que es adictiva, que te desposee de ti mismo y te hace actuar como una persona que realmente, no eres tú. Pero yo siempre esquivé sus acusaciones, sus dedos que me señalan amenazantes. Me abandono a ella y echo a volar sin alas. Actividad frenética seguida de un tembleque extraño. La paz.

 Sin ella no soy nada, sólo polvo sin amor. Llámala imaginación, poesía, escritura o arte. Yo la llamo demencia, ya que de tener algo de cordura, dejaría de ser libre.


 Paz!