viernes, 26 de agosto de 2011

La dictadura del dinero.

 Seguro que lo habéis oído muchas veces y puede sonar poco original, pero si una definición es tan correcta, ¿para qué vamos a pensar en una nueva? La dictadura del dinero es la definición perfecta para nuestro mundo hoy día, y por lo tanto también para mi artículo de hoy.

 El mundo está enfermo. Enfermo del todo. Y empiezo a pensar que esta enfermedad es incurable, aunque no nacimos con ella. No está en nuestro ADN. Puedo afirmar que esta enfermedad se originó cuando hace millones de años, en la Prehistoria, al primer hombre se le ocurrió decir: "Esta cueva es mía". Para certificarlo, "dibujó" cuatro tíos con lanzas acorralando a un mamut. Dejó su marca y se apropió de la cueva. Este hecho inhóspito e inesperado sorprendió a todos sus vecinos, los cuales no cesaron en intentar entrar a la cueva, a lo que respondía nuestro primer propietario: "Tres piedras bonitas y es tuya. Si no tienes nada, ni te acerques." Ahí nace la propiedad privada. Ahí nace el cáncer de este mundo. Aunque os parezca mentira, esta idea la saqué de un monólogo, pero tiene toda la razón.

 Vivimos en un mundo donde sólo sobrevive el que tiene más billetes de lo normal en la cartera. Actualmente, un continente pobre como África (Ojo, pobre en billetes, pero con una riqueza abundante en recursos que son explotados por quienes tienen billetes) se muere y a nadie le importa, porque sus bolsillos están llenos. Vivimos enfermos porque si nos llenamos el bolsillo derecho, no descansamos hasta llenar el bolsillo izquierdo. ¿Podríamos llenar un bolsillo hasta arriba y entonces ir céntimo a céntimo ayudando primero a comprar un bolsillo a quién no lo tiene, e intentar que tenga un bolsillo decente con el que vivir. No gobiernan los políticos como quieren hacernos pensar, no gobiernan los escritores ni los creadores como debería ser. Gobiernan empresarios. Las subidas y bajadas en la Bolsa así lo indican.

 Con un poco de sacrificio, se podrían fabricar y poner en el mercado medicamentos que salvarían millones de vidas de personas pobres, pero claro, estas no pueden afrontar su coste, y estas curas quedan en el olvido. ¿Por qué? Porque no es buen negocio.

 Hoy en día todo es un negocio. La dignidad de las personas cotiza en bolsa. Creo conocer algo de economía desde dentro, y si una cosa he aprendido, es que en este negocio que es la vida, la banca SIEMPRE ha de ganar. ¿Por qué? Porque es un negocio del cual depende la economía española. La banca siempre tiene que ganar. Si la banca pierde, la situación pasa a ser insostenible. Esto explica los desahucios que están tan de moda ahora. Es injusto, lo sé, pero desgraciadamente, es así. Son las reglas de este juego. Si no pagas, no vales nada. Ojo, no defiendo los desahucios en absoluto, pero el mundo es así. Por este motivo nace el 15M, que posee una visión "social" de la vida, y se oponen al negocio en el que se ha convertido. Su comportamiento es admirable, pero sus ideales chocan con la ley, y ahí surge el conflicto.

 Según los derechos humanos, cualquier persona puede pasar libremente de un país a otro, y regresar a su país cuando le apetezca. Las leyes del dinero quebrantan los derechos humanos. Porque el inmigrante con dinero es un turista y le abrimos las puertas por un tiempo, y si se queda, mejor, es un inversor. Pero si viene sin dinero buscando algo para dar de comer a su familia, es un parásito al que mandar de vuelta a su país. Este es nuestro mundo.

 En este mundo dicen que se valora el esfuerzo, pero... ¡ en absoluto! Se valora tu condición social y tu renta.  Este es el negocio en el que se ha convertido nuestro mundo. Tras analizarlo, puedo afirmar que creo ciegamente en una gran contradicción. El continente más pobre, es el más rico. Mas solo si cotizan valores humanos, y no monetarios. África. El origen, el futuro. Pero esa es otra historia, aún por contar.

Paz!

domingo, 21 de agosto de 2011

Periodismo.

 Hoy os hablaré de la profesión a la cual me gustaría dedicarme: periodista. Sí, periodista. Muchos dirán que no se puede vivir del periodismo. No tiene por qué ser así. O que hay mucha demanda y poca oferta. A lo que contesto que quién es bueno, llega. Pero bueno, estoy acostumbrado a que me miren con cara rara. Incluso mi madre arruga el gesto cuando le muestro mi convencimiento. -"Mamá, quiero ser periodista". -"Hijo, periodista está bien... pero... tú puedes ser más, director de empresa o abogado...". No comprenden en qué consiste el periodismo real, por lo tanto no pueden comprender mi amor por él.

 Pero en los tiempos en los que vivimos, la profesión del periodista se ha devaluado muchísimo. Hoy en día la gente entiende por periodista a prensa del corazón que entrevista automóviles, y no sólo eso, sino que esperan una respuesta y se muestran sorprendidos cuando esta no llega, o bien piensan que periodistas son los Manolos. No. Quizás el periodista se ha devaluado también por la imposición de ideologías en prensa y televisión. Quizás. Y esto último sí es para indignarse e irse a Sol, porque el creador que ve manipulada su creación o bien siente presión para expresar ciertos principios ideológicos en su trabajo, deja de ser creador para convertirse en martillo o destornillador, una herramienta sostenida por una mano con mayor poder.

 Pero no, esto no cesará mi interés. Lo que yo daría por poder proporcionar a mi familia una vida digna a raíz de mi escritura, de mi creación. Sería lo máximo para mí. Vivir de lo que escribo. Es mi sueño. Pero volviendo al tema central, el verdadero periodista se encuentra en una posición vulnerable. Quién crea, se expone. Y cuando digo que se expone, se expone a todo tipo de riesgos. Por poner un ejemplo, los periodistas de guerra. Una profesión a la que admiro profundamente, la cual exige un valor impresionante. Un ejemplo, Tim Hetherington ( podéis informaros de su obra en el documental Restrepo), el cual ha estado presente en numerosos conflictos bélicos internacionales denunciando las barbaridades de las guerras. Falleció asesinado por un grupo pro- Gadafi en Libia. Más recientemente, Shehla Masood, una periodista india defensora de los derechos humanos, asesinada por su activismo. Este es el periodismo ejemplar en el que deberíamos fijarnos todos. La escritura tiene la capacidad de denunciar, al igual que la fotografía.

 Por lo tanto, mi gran sueño, es ser periodista. Escribir actualidad, expresar mis sentimientos, informar a todo el mundo apoyado por la veracidad que me proporcionará contrastar información a través de viajes por todo el mundo. ¿Un sueño? Sí. ¿Una realidad? Esta noche no dormiré para soñarlo, porque trabajaré para vivirlo. Por lo tanto, escépticos, madre, padre, familia. Lo siento, mi objetivo es ser periodista. Pero de los de verdad, ¿eh?


Paz!