domingo, 17 de febrero de 2013

Resignación


 No busques descifrar este pentagrama; el domador devorado por su propio tigre, que prefirió su cuello al aro en llamas. Lucidez tornada en sombras, un ego que escurre el bulto. ¿Qué pasó, eh?

Ahora la obra de Delacroix se aferra al cuello y asfixia. El río se hace charco, y lo que nunca temiste te amputa los pétalos. Siempre fue rosa con espinas, pero un día el desangre acaba con el pulso que la sostiene. Y cae, en el recuerdo o en el olvido, tan distintos que llegan a ser lo mismo.

El cristal que te corta la vena, pero que refleja tu auténtico yo, para ti y para el resto. ¿Eres suficientemente valiente como para encarar el reto?

¿Dónde quedó el fuego? ¿Dónde quedó el rugido? Posiblemente allí donde quedó la tinta, en el terrible baúl del mundo, aunque por si acaso echaré un vistazo entre los trazos de la pluma.

Porque el mundo es un baúl. Un baúl de juguetes ya oxidados con testimonios que contar, y de plenitudes que no saben qué hacer antes de que el óxido invada su piel. No obstante, sigo buscando sirenas entre dunas de vulgaridad, encontrando más ostias que labios.

Pero es lo que yo escogí, y moriré envuelto en esta capa que no abriga. Y si no encuentras pasión es porque no tiene vida.