miércoles, 14 de noviembre de 2012

Duelo al Tao.


Nací contrario al hombre sabio y mi ejemplo no es tal ni sirvo para dar consejo. Condenado al sufrimiento pues dependo de él aunque no quiera sufrir. Mi corazón putrefacto por el acto de albergar ideas como honor y orgullo. Me abrazo a mi `yo´ y mi `yo´ me hunde. Pero antes dejo de respirar que soltarme. No pretendo limpiar la tierra de locura si el loco soy yo ni tampoco contemplar la vida desde la paz interior, si acaso desde el conflicto.

No hay ansia de plenitud en mi alma pues comprendo el descanso; sí de dejar mi nombre escrito y abrazar a la muerte sabiendo que fui mi propio dueño. Mis deseos distan de los tuyos y probablemente sean más sanos, y aunque me arrastren a la parca conllevan eternidad.

Siempre preparado para luchar aunque sin espada en mi cinto, los cinco elementos fluyen en mi instinto. Vanagloriándome alcanzo la gloria, y brillando por mí mismo ilumino este antro, permaneciendo invisible entre la niebla que no existe, para vosotros, pues la existencia no la comprenden los ojos. Dando la espalda a la luz y dirigiéndome a la oscuridad.

Quizás iluso, pero seguro, muestro mis puntos mortales porque se que no estoy a vuestro alcance. Y aún no logran convencerme para cambiar.


Paz!