domingo, 16 de noviembre de 2014

Bienvenido

Había equivocado el objetivo, y cuando lo sospeché, no pude imaginar cuánto. Tuve que reconocerlo todo como desconocido para descubrir lo perdido que estaba.

Alguien toca a la puerta. Es el estado de ánimo que tanto me ha faltado. No diré que es una sonrisa porque no es mi boca la que debe portarla. Bienvenido sea; que no es el eterno anhelo sino la eterna búsqueda. Que no es la exigencia sino la incertidumbre. Que no es un deseo sino una vida.

Se apagó la antorcha en el laberinto oscuro y la penumbra me dejó ciego. Volví a ver sin ojos para que se hiciera de día.

Quien mejor comprende mi mundo regresó conmigo para reenseñarme por qué soy. No abrió las aguas; calmó al mar. Entre la niebla, vuelve a trazarse un horizonte.

No me deshice de ellos; mis complejidades y mis miedos hacen útil la mochila.

jueves, 25 de septiembre de 2014

La ciudad

Me dice que os cuente que se ha levantado con los ojos mojados, y es raro, pues hace años que no llora. Que las noches le recuerdan lo malo que habita en su interior, el sufrimiento dejado, alejado por los kilómetros impuestos. Quiere que os cuente que aún recuerda la ciudad.

Le cuesta pero reconoce que la convirtió en idea. Quizás fue la primera vez que dejó manchado el vestido de lo desconocido por su causa. Aunque no es menos culpable la ocasión, la última ocasión, en la que dejó escrito su nombre. Cuenta que, ciego, lanzó al mar su corazón, y que ahora deambula por puertos y calas buscándolo.

Que pasa frío, aun abrigado. Que el idioma es distinto y todo le suena nuevo, pero no extraño. Ríe, disfruta y se siente feliz, pero no olvida ese olor. Aunque lo intente. Sus esquinas, sus ventanas, las farolas que no se encienden. Aquel bar que jamás abrió, el banco desde el que vio amanecer. La pared donde comenzó un poema, la plaza donde lo terminó. Fuentes que ahora susurran su nombre, aullando como lobos con pena. La incomprensión al ver que las calles no llevan el mismo nombre. Aunque persiga ideas.

Dice que no la echa de menos, pero que la recuerda. Que la sigue queriendo, pero que necesita respirar.

domingo, 17 de agosto de 2014

Eclipse de silencio

En la búsqueda de un sol que al quemar dejara cicatrices en la piel encontró el eclipse, aunque quizás no tengan nada que ver. Se impuso el silencio, que no es tanto la ausencia de ruido sino de pasión en el sonido. Aunque sea ínfimo, aunque sólo lo escucharan ellos dos.

Alguien diría que el pirata al fin encontró el tesoro. Lejos de la realidad, más próximo al caballito de mar que dice adiós en un pozo. Los girasoles pierden el norte si no perciben la luz. Se dejó cortar y no dirá que no le dolió, suficiente como para aprender la lección, y querer más. Desde entonces, piensa más en el cuchillo.

Mas en medio del silencio y del eclipse, queda un goteo de luz que muestra sangre en el suelo. Si ya caminó por senderos que jamás nadie conoció, ¿qué diferencia existe en recorrerlos a oscuras?

Amando el silencio porque aunque cambien las mareas, el Sol y la Luna siguen siendo los mismos.

martes, 8 de julio de 2014

Cuchillos

Dicen que la vida es un teatro barato, una burda comedia, una ironía de su esencia. Una película de actores reemplazables de la que creemos ser director, y no somos más que el payaso. Me empeño en rasgar folios buscando mi propia voz pero me palpo la nariz y la punta es redonda y de plástico.

Pasan los días y el sol y la luna fichan por oficio. En este circo, la única salida parece estar en el techo. Pero sigo madrugando, plantándome de frente, con la única certeza de que mi mayor miedo es convertirme en lo que juré matar. Me equivoco de truco todos los días y me lanzan cuchillos que tiran a darme y que tampoco sé esquivar.

¿Absurdo, verdad? A veces yo también lo pienso, hasta que el destello de la hoja me deslumbra y me hace feliz. Será que prefiero vivir con los ojos cerrados y acariciar con una mano que no existe una mejilla que no es real.

Después la carne se abre, y eso sí que salpica. Recupero la vista y contemplo a un tirador ya acostumbrado. Por compasión, o eso creo, ha vuelto a advertirme mi error e incluso me ofrece una escalera de veinte metros. Y lo pienso... mas acabo dándole una patada y dejando que se haga añicos contra el suelo.

Porque no concibo mi vida más allá de ese brillo y esa sangre; la adrenalina en las venas cuando el viento silba. Porque todo lo que vale la pena conlleva un sufrimiento, y se que al otro lado también soy imprescindible. Por esta parte, es mi sola responsabilidad el recorrido del dolor; del destino, el de la pena.


(Guiña un ojo)

-Prepara la cubertería.



P.D.: A ti que estás leyendo.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Renacimiento

Qué jodido es cuando dudas de ti mismo. Cuando miras atrás tras tantos kilómetros recorridos y te preguntas de qué ha servido. Cuando el reflejo del espejo te devuelve un cuadro con piezas fuera de sitio. Pero más jodido sería no flaquear.

Porque la debilidad es la conciencia y en la conciencia está la fuerza. Porque eso que te hace sangrar lágrimas es en realidad lo que te llena el alma; sólo que a veces entre la carne de la vida hay espinas.

Porque todo lo bueno tiene un precio y para sacar a un ángel del infierno hay que entregar algo a cambio.
Debes ser consciente de lo que eres y de lo que vales. Lejos de modas y estereotipos, de corrientes que te rodean. Porque cuando te rodea la mierda no te afanas en pringarte. Corren tiempos de luchar por salir a flote. Te definen tus acciones y tus no-acciones; lo que sientes y haces y lo que no haces pero sientes. Te condena hacer algo que no es acorde a tus sentimientos. Pero aquí todos pecamos.

Nacemos con algo dentro para dar, porque al final importa más lo que ofrecemos que lo que construimos en nuestro interior. Gana el respeto y ve más allá, gánate el aprecio del que lo merece, de tu familia, de las buenas personas, del que sufre. Lo demás llega solo.


El destino está escrito en las estrellas, y la casualidad no existe. Todo ocurre por algo; por un efecto, por un cambio. Y si algo no ocurre en este preciso momento, quizás sea porque no estás preparado para ello. Aún no. Eso no significa que dejes de andar; se trata de permitir que se construya el camino. Todo llega.

domingo, 4 de mayo de 2014

Congelado

Qué es el progreso sino una cuenta atrás hacia la oscuridad. Cuenta atrás en la que nada parece haber cambiado. En esta orilla la sombra sigue dando igual, y los ríos se nutren de las mismas lágrimas. La arena de este reloj levita, y tú no levantas el pie por la carretera. Me consumen inquietudes, no miedos.

Te sigo viendo bailar; cierro los ojos y no se detiene la música. Vivo en los segundos que concedes; ¿quién en su demente juicio osaría marchar? Y vuelvo, como cada noche, a ser la brasa que cae mientras observa la paz de las nubes. El estado de bienestar que no aúno.


Decidme vosotros quién coño querría bajar del cielo.

sábado, 29 de marzo de 2014

Contra vosotros

El silencio de la noche y el brillo cómplice de las estrellas que me devuelve la fe en mis actos. Despreciar lo vulgar y lo sencillo por el premio de lo extraordinario; estáis muy lejos de rozar lo que es mío.

Mi lucha contra vosotros, no pienso compartir con vosotros lo mágico. Algo que yace oculto y que no quiere mostrarse por miedo al oxígeno. Sé muy bien lo que me hago aunque tú no lo comprendas. No busco ni que lo entiendas.

Os rechazo, y siento que debéis sentir este sentimiento. No os sumerjáis en él, podéis salir heridos.

Otro fracaso, una nueva decepción. El abrazo que me doy y me satisface por completo.

Busca a otro, conmigo tu batalla está perdida. El viaje es largo si quieres comprender los motivos.

No necesito muchas líneas; con que sepas que debéis alejaros es suficiente.

Yo también soy carne, pero prefiero obviarlo.

martes, 11 de marzo de 2014

Lunes, miércoles y mayo

Lunes, martes, miércoles. Y yo vivo el lunes pensando en el martes, y el martes en miércoles. El frío de enero me recuerda al calor de agosto y la brisa de septiembre a la lluvia y al viento de marzo y abril. Cuando pienso en mayo veo tu rostro.

Es el valor de las cosas, lo que viven. La comodidad de lo que tienes y la incomodidad de lo que se escapa a ti o se derrama por tus dedos. Como el cabello que fallece cuando acaricio. La incertidumbre de mañana, de la mancha en la chaqueta. La altura de la nieve, o de la marea.

Lo que poseo, no porque se acurruque en mi pecho sino porque puede dejar de hacerlo. Con la euforia primaveral o la melancolía del otoño. Pensar que puedes ser la hoja que hoy piso, y que ayer gobernaste la copa de este árbol. Temer que no seas para siempre.

Porque ya perdí lo que más quise, diciéndole adiós, repasando con los dedos el trazo del tatuaje que me hice. Sufro la demencia del pirata que no se baña en el oro porque teme perder su plata. No saboreo la cena de hoy porque pienso en qué haré de comer mañana.


Una eterna angustia que me interroga por mi luz. “Apagada, supongo”, contesto, “así como va a brillar”.

domingo, 26 de enero de 2014

La sonrisa que te robo

Rompí el hielo con fuego en la sangre y en los labios.

Me encontré con un muro de piedra que nos alejó, y no intenté rodearlo.

Es más, cayó y lo levanté para y por mí mismo…

Hasta que te vi amanecer.

Los dedos de nuestras almas se enlazaron de forma tímida, escondidos de indiscretos. La poesía tiene un precio que no pueden pagar y seguimos ocultos en un guiño que desprende luz.

Leerte sin verte, te siento sin tocarte. Por nuestra lucha contra los elementos, contra las leyes escritas. Por el aire que atrapamos. Por seguir robándote sonrisas con silencios, caras largas, serias o a distancia. Por el nervio en el labio y el baile del hoyuelo cuando te acaricio con palabras y nos susurramos a gritos lo que sentimos.

martes, 21 de enero de 2014

Ensueño y cine

No recordaba haber escrito las palabras que ahora tenía frente a mí, en el folio. Era mi letra, de eso no cabía ninguna duda. ¿Cuándo lo había escrito? ¿Hace meses? Imposible, no las había extraído de ninguna carpeta antigua. Comencé a leer y…

De repente sentí que me ahogaba. El mar y su cólera me golpeaban y dirigían mi rumbo. No tenía oxígeno, tenía que buscar la superficie. En mi lucha contra las aguas vi los restos de un naufragio. Vi cuadros de mujeres bellas que se hundían sin remedio pasando por mi lado y vi oro derramarse hasta el olvido. No podía detenerme; estaba comenzando a desfallecer. Mis párpados no recibían impulso para permanecer abiertos, y mi pulso dejaba de responder…

Su sonrisa me hizo mirar al suelo. Hierba fresca, y un tablero de ajedrez. Cuando me atreví a volver a dirigir mi mirada hacia arriba, los ojos de una joven morena me susurraban que había vuelto a perder la partida. El movimiento grácil de sus manos, sugería volver a intentarlo. Sin saber cómo mueve cada ficha, deslicé el peón más valiente para luego esperar un movimiento…

“Doctor, puede empezar”. Un pecho abierto me mostraba lo que la piel esconde. Venas, sangre. Y un alma que lloraba desconsolada en el interior. Como un bebé se acurrucaba en un espacio próximo al corazón, entre los dos pulmones. Me miraba con temor, una sensación distinta al pavor que me invadió cuando vi a quién pertenecía al cuerpo. Al ver su rostro inerte y su pelo rubio recogido, supe que amaba a esa persona. Antes de terminar de preguntarme qué estaba haciendo, mis manos actuaron solas haciendo gritar de horror al alma…

Me sentía feliz. Los rayos de sol que la cristalera de la estación de tren dejaba pasar dotaban a mi vestimenta de un brillo especial. Ella me sonreía. Era hermosa y destilaba clase. Yo también iba elegante, pero de un vistazo comprendí que yo no solía vestir así. Que no era natural en mí, y que probablemente habría destinado todos mis ahorros para realizar el viaje de etiqueta. Ella pasó primero. Ya en el interior del tren, se dio la vuelta para dedicarme un beso. Sonreí e intenté seguir sus pasos. Pero mi billete no era de primera clase. “Tú no puedes pasar”.

El canto de los pájaros me despertaron. Deduje que era domingo y no debía ir a trabajar. Quería recordar tener un oficio. Un jefe y un sueldo. Pero lo que más me importaba lo tenía junto a mí. O eso creí. Me miraba sonriente pero inexpresiva. Sus labios rosados no expresaban vida y sus ojos no brillaban. Quise pasarle un dedo por la nariz… pero no sentí su piel. Probé a rozar su mejilla… pero mi mano la atravesó. Quise abrazarla… y terminé abrazado a mí mismo.


Y es que tras tantos sueños, tras tantas películas… nunca te tengo.

miércoles, 15 de enero de 2014

Lo que merezco

Ya descubrí que no estoy solo porque hay alguien más conmigo dentro de mi. Alguien magnífico o terrorífico, capaz de hacerme amar u odiar, hacer el bien o el mal. Hoy se que él, es decir yo, soy mi peor enemigo.

Todo se trata de prioridades, de miradas. Yo confundí el objetivo. Flaqueé en mi lucha a contracorriente y no quise aceptar mi condición mientras mi condición me abrazaba. Debo volver a darme la mano.

Sólo hay algo más difícil que ser preso de los sentimientos, y es ser esclavo de los complejos. Quiero volver a ser consciente de lo que soy, de ser distinto. De lo que somos, de ser distintos. Y dar gracias por lo que tenemos y es que, para bien y para mal, tenemos lo que merecemos.

martes, 7 de enero de 2014

Perdidos

Estuvimos más unidos que nunca cuando más lejos nos encontrábamos y pude sentir tu alma en mi piel sin ver tu cuello. Nos dedicamos las palabras más sinceras y hermosas que unos labios pueden pronunciar. Los sentimientos nunca mienten.

Paseamos al alba, y al alba te perdí. Te juro que peleé por ti y nunca te olvidé. Te guardé en el cajón de las cosas que me importaban, y aunque le puse un candado, siempre conservé al cuello la llave. Bañada en oro. Pesada. Sus tintineos golpeaban mi pecho de forma insistente, preguntándome dónde estaba ese ser maravilloso que otrora inundaba mi corazón, perdido tras el pasar de los días del calendario, de sus hojas y sus meses.

Volvimos a darnos la mano, y salvamos la mística del pozo de aguas tenebrosas en el que se ahogaba. Volvió el brillo, resbalaron lágrimas... Pero volvió a apagarse el sol y nos perdimos, tanteando el espacio sin encontrar las manos.

Hoy, recuerdo que un día te dije que sería para siempre. "Un siempre tatuado en la muñeca". Te mantengo en mi pecho, en las velas a las que rezo siendo ateo. Sigo creyendo en ti, y me consta que tú también me mantienes vivo. No obstante, a veces pienso si esto está muerto, si sus pulsaciones decayeron y nunca más alzaron bandera. Quiero creer que no, que aún hay magia.

Lucha por nosotros.