viernes, 16 de diciembre de 2011

La realidad del antisistema.

 Evento público. Airadas protestas. Protestas encabezadas por personas, ¿qué motivos tendrán para protestar? Pero no, son antisistemas. Ah, antisistemas, lo cual implica descerebrados, hippies, perroflautas emporrados que simplemente quieren liarla parda. Gentecilla autodestructiva, terroristas que ponen bombas en los gobiernos. Esos son los antisistemas. Aun así, se puede entender que una persona sin conocimiento alguno tenga presente esos prejuicios, pero el problema aparece cuando los medios de comunicación más influyentes toman estos prejuicios como una realidad.

 Pero, al fin y al cabo, ¿qué es un antisistema?. Un antisistema es una persona que no está de acuerdo con el actual sistema, con el mundo en el que vivimos. Un antisistema es una persona que desea cambiar las leyes que rigen este mundo, y para cambiarlas necesita destruirlas. ¿Quién está realmente de acuerdo con este sistema el nuestro? Con 80% de la riqueza en el 20% de la población, ¿quién vive a gusto? Con un continente entero muriéndose de hambre, ¿quién come tranquilo? Con personas que no tienen donde dormir, ¿quién duerme tranquilo? Si realizáramos una encuesta a diez personas sobre su opinión del mundo, seis se mostrarían favorables ( cuatro por incultos, dos por fascistas, o sea que no cuentan) y otras cuatro estarían en contra, mas renegando de la etiqueta de antisistemas, de los cuales solo una persona se consideraría antisistema. La gente comienza a estar disgustada.

 Hoy, y cada vez más con el paso del tiempo, ver antisistemas será una tónica general en nuestra sociedad. Cada día salen a la luz nuevos trapos sucios de nuestra realidad. Y estos antisistemas llevarán camisas, y portarán gafas. Seguramente se opondrán a las drogas como forma de vida. Rechazarán la violencia. Exigirán devolver amor a Madre Tierra. Y ser antisistema se convertirá en una realidad. Pues como Los Chikos del Maíz afirman, lo que debería estar mal visto hoy día es no ser antisistema.


Paz!

lunes, 12 de diciembre de 2011

Mi musa.

 Cuenta la leyenda que todo artista tiene una musa. No iba a ser distinto en el gremio de los escritores, que artistas como los que más vivimos presos de la inspiración.

 Cuenta la leyenda que estas musas eran belleza personificada, que su resplandor iluminaba la noche, que su sonrisa cegaba durante el día. Tan dulces como amargas, enamoran y desquician al mismo tiempo.

 Cuenta la leyenda que estas musas eran semi-diosas. Seres místicos tan reales como alejados de la realidad. Hijas de Zeus que juegan con los humildes humanos meciéndolos en la palma de la mano para posteriormente cerrar el puño.

 Evidentemente, yo también tengo mi musa. Mas mi musa es compleja y se aleja de las más célebres de su género. Difiere en contenido y forma y difiere lo que escribo. Pues mi musa no me susurra ideas al oído; me las grita. Mi musa no acaricia mi pincel; lo golpea. Mi musa no me ayuda a conciliar el sueño; me despierta en medio de la noche y me pone a escribir.

 Mi musa no despierta entre nubes y en el cielo azul; mi musa amanece en una esquina y su cielo contaminado es gris. A mi musa no le cantan los pájaros ni se posan en su mano; a mi musa la irritan los claxon de los coches que casi se la llevan.

 Pues a mi musa también le falta tela para cubrir su cuerpo; mas a mi musa le falta porque no puede permitírsela, y ella sí desea estar abrigada. Porque mas que una princesa de palacio mi musa es una prostituta rusa con sida y embarazada.

 Tan real como el suspiro de quien no llega a fin de mes. Tan próxima como la lágrima de quien pierde un familiar. Ahí fuera, a mi musa la llaman Realidad.


Paz!

domingo, 11 de diciembre de 2011

Sigues en mi.

 El final de nuestra relación fue decepcionante.
 En poco tiempo, emociones grandes.
 Pasos hacia atrás, pasos hacia adelante.
 Todo terminó, como todo se termina.
 Te hice mi vida y me sentí indefenso.
 Aun así, me juré que nuestra amistad perduraría.

 Volví a equivocarme, como de costumbre.
 "El anhelo por besarte me consume".
 Temiendo a Indiferencia, sucumbí a Razón,
 dejando que fuese el tiempo quien apagase mi corazón.

 Sobreviví protegido por mi escudo acorazado
 de cerveza y amigos,
 intentando convencerme a mi mismo
 de que ya te había olvidado.

 "No la necesito, no la echo de menos".
 No aceptaba que esta sensación la producía el miedo.
 Eres droga que controla mi cuerpo.

 Solo te pido más tiempo,
 para volver a ser lo que fuimos.
 Se acerca el momento;
 volveremos a estar unidos.

 Así que te pido perdón,
 si mi rechazo te hizo daño.
 Que no, que no,
 que no existe enfado.

 Nuestra amistad es un gigante
 que permanece dormido.
 Porque sigues en mi, no en el olvido,
y todo puede volver a ser como antes.



Paz!