viernes, 28 de diciembre de 2012

La Palabra queda muda

Mi vida cambió el día que decidí abrir un blog. Fue en mayo de 2011. Siempre me había gustado y atraído la escritura, pero nunca la tomé como un hábito. A partir de ese momento sí. Y fue como volver a nacer en el mismo cuerpo. Aceptar una nueva vida, una nueva compañía.

Porque creo que muchos no sois conscientes de lo que implica escribir. Me preguntáis que de dónde saco la inspiración.Y sonrío, porque la inspiración sois vosotros y la realidad que constituis. Tener vocación de escritor implica el pasear por la calle, o sencillamente estar sentado en el sofá, y no parar de dar vueltas a la cabeza buscando ideas, intentando bucear más allá de las imágenes que tus simples ojos proyectan en tu cerebro. Porque los escritores, más que nadie, sabemos que hay algo bajo la carne.

Metáforas. Esa batalla en la que buscas transformar lo simple en complejo y lo complejo en simple, tratando de abrigar algo la desnudez del que escribe. Porque a veces asusta lo desnudo que te encuentras, al menos para escritores como yo, que no engañamos nunca y nos limitamos a escribir con el corazón, que no tiene límites. Aterra pensar que ya no tu vida, que es lo de menos, sino que tus ideas, emociones y convicciones son públicas y están al alcance de cualquiera.

Y llega el periodismo y me agarra del cuello con sus dulces garras afiladas. Te emponzoña de curiosidad y de valentía, de querer conocer la verdad y mostrarla tal y como es. Comienzas a creer que ya eres periodista e incluso te dan la alternativa maestros del oficio que valoran tu hacer.

Y ya no eres sentimientos ni emociones. Eres trabajo. Tu cabeza no piensa en lo que siente tu corazón sino en el poder de tu escritura como medio de comunicación, como creador de la realidad. Conoces el poder del periodismo y te seduce.

La ciencia te escupe que un día no es más que veinticuatro horas. Simplemente veinticuatro horas. Veinticuatro horas que invierto en aprender a vivir fuera de casa, intentar cumplir con algunas tareas de la universidad, estudiar lo suficiente para ser un notable alumno y sobre todo, forjar un buen periodista, que es mi verdadera pasión.

Es por eso que lo dejo. No implica que deje de escribir. Pero poseer un blog para mí implica un compromiso con mis lectores y con mi persona. Exige el ser regular. Y no puedo prometer nada. Todo lo contrario. Ese compromiso me asfixia y provoca que mi escritura no sea libre sino que arrastre cadenas. Y yo soy de los que escriben volando.


PAZ!

martes, 25 de diciembre de 2012

Saber escuchar


Acostumbrado a ser escuchado y en ocasiones por placer de mi interlocutor, en pocas oportunidades  soy yo el que escucha, y eso que siempre que lo hago, lo hago con placer. Porque me complace el escuchar, el que una persona se exprese y juegue con las palabras aunque la conversación no sea especialmente literaria. Las palabras nacen siendo magia, y mágico es su uso.

Admiro el lenguaje y el habla, la confianza de quién te transmite sus más profundas ideas y pensamientos, sus emociones, sus sentimientos, de una forma más o menos directa, pero con una sinceridad que hace más cálidas éstas palabras. Por favor, que no te intimide el domador de palabras.

GRACIAS, si me ofreciste conversación, con descaro, sin reparos, gracias de corazón. Yo sé escucharte, no me cuesta nada, de verdad. A mí me gusta escucharte y creo que puedes confiar en mí. Ofréceme tus palabras, porque creo que no tenemos nada mejor que ofrecer.

Paz!