Acostumbrado a ser escuchado y en ocasiones por placer de mi
interlocutor, en pocas oportunidades soy
yo el que escucha, y eso que siempre que lo hago, lo hago con placer. Porque me
complace el escuchar, el que una persona se exprese y juegue con las palabras
aunque la conversación no sea especialmente literaria. Las palabras nacen
siendo magia, y mágico es su uso.
Admiro el lenguaje y el habla, la confianza de quién te
transmite sus más profundas ideas y pensamientos, sus emociones, sus
sentimientos, de una forma más o menos directa, pero con una sinceridad que
hace más cálidas éstas palabras. Por favor, que no te intimide el domador de
palabras.
GRACIAS, si me ofreciste conversación, con descaro, sin
reparos, gracias de corazón. Yo sé escucharte, no me cuesta nada, de verdad. A
mí me gusta escucharte y creo que puedes confiar en mí. Ofréceme tus palabras,
porque creo que no tenemos nada mejor que ofrecer.
Paz!
No hay comentarios:
Publicar un comentario