lunes, 20 de mayo de 2013

Puzzle de Medianoche: Capítulo XIV


XIV


Se me hizo muy larga la espera para volver a ver a Silvia. Los señores de la noche habían entrado en acción. En tan solo seis días, cinco prostitutas habían sido encontradas muertas en descampados próximos a los clubs. Además, se habían denunciado dos desapariciones.

Tenía miedo. Por un lado, me aterrorizaba pensar que había personas muertas por culpa de la actividad de Silvia. Sin embargo, sabía que hacía lo correcto. Reflexionaba sobre esto camino del club. Al llegar, ella ya me estaba esperando.

-¿Cómo estás, Silvia?
-Excitadísima… - era una provocadora-. No, en serio. Estoy entusiasmada con todo esto. Creo que puedo sacar algo importante. Aunque ahora todo esté más parado.
-¿Por qué está todo más parado?
-Ya sabes. Los gordos se acojonan y se esconden. Estos días están siendo muy tranquilos. Hace tiempo que no veo a nadie del que sacar tajada por aquí.
-Quiero entenderlo…
-¿Aún dudas de mí? –Silvia parecía verdaderamente molesta.
-No, no… es sólo que, ya sabes… joder, para mí es muy duro verte aquí. Te he visto crecer. Quiero comprender por qué te has convertido en una prostituta.
-Para mí no es fácil, no chupo pollas por gusto, ¿sabes? – se había puesto a la defensiva- Pero llegué a la conclusión de que nada es algodón de azúcar. Al menos nada de lo que quiero yo. El que quiere gloria tiene que tragar mierda.

¿Qué decir ante esa respuesta? Aunque me jodiera, sabía que la niña tenía razón. Joder, la tenía delante, y no podía dejar de admirar su voluntad…

-Oye, Silvia. Sabes que ahí fuera están matando a gente. ¿No tienes miedo?
-¿Miedo? –otra vez esa sonrisa divertida- El miedo es lo que te mantiene con vida en terreno hostil. Si lo controlas, claro –me guiñó un ojo y me invitó a salir de la habitación.

Desde fuera percibí cómo esnifaba.

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