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En los siguientes meses, la policía realizó un buen número
de redadas y detenciones fruto de aquella misteriosa sección. Desde “El Diario
de Orelan” se defendió a ultranza aquella serie de reportajes que estaban
causando furor en la ciudad.
Mis propias fuentes me desvelaron diversas amenazas para
lograr descubrir la identidad del periodista. El medio negó saber su autoría.
Verdaderamente, no creo que mintieran. Quien fuera que estuviera publicando
aquellas historias se estaba jugando el cuello.
Un buen día, Silvia vino a verme. Hacía tiempo que su
presencia por la noche era más es casa. Me compró poco, decía que estaba
dejando la droga.
-Sí, así como te lo digo. Estoy dejándola- su sonrisa no
dejaba de deslumbrarme.
-Bueno, me alegro por ti, entonces. Por cierto, supongo que
estarás al tanto de la nueva sección de “El Diario de Orelan”, ¿no?
-Sí. Está causando muchos problemas a mucha gente.
-¡Desde luego! Si te soy sincero, a veces pienso que mi
nombre podría aparecer en alguna de esas columnas. Me alivia pensar que nadie
quiere buscar problemas a alguien tan mayor y tan solitario…
-Tranquilo, a ti no te causarán ningún problema…
-¿Por qué estás tan segura?
Silvia se mordió la lengua unos segundos antes de mirarme
con una mueca divertida.
-¿Tu sabías guardar secretos, verdad?
-…no…- no me lo podía creer.
-Yo soy Bífida.
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