VI
Como jardinero me dedicaba a proteger la naturaleza, a
tratar a los hijos de la tierra. Pero un vicio que nunca perdí, fue el del
tabaco. Menos mal que para esta noche tengo cigarrillos suficientes.
Las hojas del calendario que se pasaban cada treinta días
pertenecían al año 2013. Silvia tenía 21 años y estudiaba la carrera de
Psicología. ¡Quién lo iba a decir! Pero claro, Robert y Maggie estaban
dispuestos a pagar cualquier capricho de la niña, así que sus estudios no iban
a ser negados. En menos de dos meses, Silvia había tenido dos accidentes. El
primero de ellos fue con la moto: una aparatosa caída en el centro de Orelan,
que le provocó una cicatriz en la cara. Como consecuencia, dejó la moto y
apostó por el coche; semanas más tarde, chocaba contra otro vehículo al
saltarse un semáforo. El coche quedó destrozado pero ella se encontraba bien.
Debía de reconocer que Silvia se había convertido en una
mujer increíblemente bella. Solía llevar el pelo recogido en una coleta,
dejando caer siempre algún mechón por su rostro. Sin embargo, había tomado un
camino peligroso. Sus salidas eran constantes, y no me fiaba ni un pelo de sus
juntas. Además, nuestra relación se había roto desde el grosero incidente con
Marcos. Le prometí un secreto y pareció que pactamos votos de silencio. La
joven Silvia no reconocía al jardinero que la había acompañado en su infancia.
Si algún día las cosas parecieron ir bien, no era por
entonces. Pero las cosas siempre pueden ir a peor. Me dirigía a Collet un día
de julio de 2013 cuando vi tres coches de policía en mi jardín. Me acerqué todo
lo rápido que pude para comprender lo sucedido. Margareth Pollard, Maggie,
había sido asesinada a manos de su marido, Robert Zaho. Me quedé helado.
Robert se había entregado a la policía. A las afueras del
recinto encontré a Silvia, y automáticamente me fui hacia ella. Me sorprendió
el olor del humo que la rodeaba… era marihuana. Le pregunté que cómo se
encontraba, a lo que respondió con un bufido y desviando la mirada al tendido.
Entendí que debía marcharme.
Días más tarde decidí telefonearla; yo tenía un contrato.
-Voy a quedarme yo con la casa, Óliver. Gracias por tantos
años sirviéndonos pero ya no te necesito; yo no pretendo presumir de jardín, y
lo poco que aprendí de ti en mi infancia servirá para mantenerlo. Ingresaré en
tu cuenta lo que mi familia te debe.
-… de acuerdo. Oye, no quiero parecer grosero, pero… ¿por
qué? ¿Por qué mató Robert a Maggie?
-Mi madre siempre ha tenido miedo de regresar a la pobreza.
Por ello nunca perdió el contacto con hombres influyentes, siendo una “buena
amiga”. En los últimos meses, el Partido Este sondeaba mandar a la mierda a mi
padre, por capullo. Mi madre dejó de ser solo una amiga para algunos…
Efectivamente, en su declaración Robert Zaho confirmó que se
trataba de un crimen pasional. Fue condenado a cadena perpetua.
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