miércoles, 5 de octubre de 2011

Oda al silencio.

 Oh preciado silencio, ante ti me arrodillo esta noche. Eres un ave que vuela sin cansarse. Difícil de localizar, si esperas encontrarlo de casualidad. Pero con fuerza de voluntad, se puede encontrar tu nido. Libras una encarnizada batalla con el ruido. En núcleos urbanos tan sólo apareces en callejones. El sistema te declara la guerra.

Si falta la inspiración, me traes los sonidos de la naturaleza. Pájaros piando, grillos... agua. Cataratas de agua que purifican el alma. Sólo si tú me abrigas, puedo escuchar a mis ángeles, pero también a mis demonios.

Porque tus palabras insonoras son más claras que las de muchos políticos que dando muchas voces, en realidad no dicen nada.

Mis pensamientos se aglutinan sin sentido ni coherencia cuando no te encuentro. Si apareces en escena se alistan, con orden de ejército.

Hoy sólo ejercito mi mente si entro en tu castillo. Donde surgen voces que nadie oye y los ladridos que creemos voces, sucumben en el río.

Abraza el silencio. Llámame solitario si por ello entiendes amar el silencio.


Paz!

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