miércoles, 21 de septiembre de 2011

Soy escritor.

 ¿Cuánta gente se queja de la rutina sin saber salir de ella? Buscan emociones fuertes, dicen. Creen que en la vida hay un momento en que alguien te da un mapa del tesoro para encontrar el oro que es la felicidad. Quizás el oro de la felicidad se encuentre en hacer de tu rutina una rutina divertida, ¿no crees?

 Hoy puedo decir que soy feliz. Me liberé de antiguas ataduras y por fin encontré la forma más adecuada de dar rienda suelta a mis pensamientos. Escritura. Soy feliz si mi rutina es escribir, dejaré de serlo el día que no pueda escribir. Así de simple.

Porque se puede escribir por placer, para expresar felicidad, para expresar belleza mediante juegos de palabras, rimando construyendo poesía, o en prosa enlazando las palabras con magia. Pero también por sufrimiento, cuando algo te come la cabeza y deseas enterrarlo en un folio para poder pensar con claridad. A veces escribiendo sobre un tema polémico, averiguas en qué lado de la balanza estás. Puedes compartir tu dolor, y sentir que quizás no sea tan importante como creías. Convierte gritos desesperados en susurros desolados, lágrimas  saladas en palabras dulces.

Hipócrita es quién afirme que sólo escribe para él. El destino de las creaciones es ser compartidas. Transmitir. Enseñar. Por eso puedo afirmar, que pese a la importante función terapéutica que ejerce en mí el escribir, no puedo evitar sonreír cuando una persona me felicita por mi blog. Sonrisa sincera y agradecimiento profundo. Pocas cosas sientan mejor que el reconocimiento, aunque quién se expresa se expone a ser criticado. Escribo y escribo lo que siento, pero si alguien no está de acuerdo, mi puerta está abierta para discutirlo. Nunca me consideré con la verdad absoluta de mi mano. Igual de gratificante que una buena crítica, valorando lo bueno y criticando lo malo, lo cual te hace pensar que aún queda gente que piensa que lo que escribes puede ser interesante, y en ocasiones lo lee.  No hay nada mejor que la felicitación del lector. Sin ellos sólo sería un escritor amargado.

Pero lo tengo claro. No tengo dudas. Que en mi lápida, ponga que yo era escritor. Mi único gran amor, será la escritura. Papel en blanco, lápiz, bolígrafo, pluma… teclado y pantalla en tiempos modernos. La magia está en las palabras. Y las palabras están en el aire… Que la palabra no descanse. Soy escritor.




Paz!

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