domingo, 18 de septiembre de 2011

Inspiración.

 Meditando frente a mi cuaderno. Cabeza baja, mirada perdida. Conciencia llena de ideas, ninguna concreta. ¿Qué nana le recito hoy a mi libreta para que duerma satisfecha? Asomo por la ventana y observo el panorama.

Sentado en un banco, un joven con ganas de vivir lee el periódico para conseguir nuevos conocimientos. Pasando con los ojos llorosos delante de él, un anciano se desespera porque sabe más de lo que le gustaría saber. Su cuerpo se muere.

Comienza a llover. Una adolescente corre calle arriba porque se le estropea el pelo. Clama a los cuatro vientos lo injusto de su situación. “Maldita lluvia”, grita. Pero ella no sabe que el agua que ella maldice, comadres son de nuevos cultivos. El círculo de la vida.

Un padre de familia acomodada arroja a la basura los juguetes que sus hijos no quieren, porque quieren otros nuevos. A lo lejos, un padre de familia con la misma dignidad que el anterior pero sin su cartera, lo observa comprendiendo que sus hijos sí tendrán regalos estas Navidades.

Un soplo de aire fresco supone la inspiración. Pues escribir no tiene ningún truco. Bucear en ti mismo y saber lo que sientes. Plasmarlo es sencillo. Tan fácil como asomarse a una ventana…



Paz!

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