sábado, 13 de julio de 2013

Sin máscaras

Dicen que los sentimientos negativos son más potables para la escritura. Es posible, pero a mí me apetece escribir y no voy a dejar de hacerlo por alcanzar hoy un estado cercano a la felicidad. Ha sido un primer año en Málaga cojonudo, he aprendido muchas cosas y he conocido a gente genial, y sobre todo he dado pasos hacia conocerme a mí mismo que no había dado antes, y creo que de cara al futuro serán vitales.

Ahora he vuelto, y lo hice con sensaciones extrañas en cuanto a re-adaptarme, con el miedo añadido de ser preso de algo que está lejos o no existe. De momento no ha sido así. Me flipan mis rutinas y odio los espacios de no tener nada que hacer. Leo, escribo, y sobre todo siento amor. Porque muchas veces he querido taparme los ojos ante eso.

Me han hecho falta solo dos semanas para volver a darme cuenta de lo querido que me siento en esta ciudad. De la gran relación que tengo con mis padres, que es única y a menudo lo olvido. De los grandes amigos que tengo, y lo feliz que soy con ellos, de lo bien que nos complementamos. He estado muchos meses buscando la soledad y probablemente he obviado que la compañía es muy importante para conocerse a sí mismo. Creo que no podría estar mejor rodeado.

Muchos meses de misantropía y rozando el nihilismo. Pero ahora esto me golpea en la frente. He vuelto a sonreír mientras caminaba por la calle al ver a una madre echando una foto con su móvil a sus dos niñas pequeñas sentadas en un banco de la Carrera de la Virgen. He vuelto a sonreír a los bebés de los carritos y a los perros que me resultan graciosos. ¿Donde está la misantropía?

No sé como está resultando este texto pero necesitaba escribir algo así después de tanta máscara. Ahora mismo, podría decir que soy feliz. Espero estar en lo alto de la noria durante mucho tiempo.

Paz!

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