-¡Eh! ¡Otra a las tres y media!
-Maldita sea... ¡OTRA! A las once.
-Vale, pero te has perdido la más grande de toda la noche.
-La más grande no es siempre la más espectacular. La mía perduró un buen rato.
-Anda, cállate... estoy concentrado.
-Oye, ¿no te ha pasado que le ves algo distinto a una en especial? Sí, espera, déjame hablar. Llega de repente, en un abrir y cerrar de ojos, y parece que se detiene para mirarte a los ojos y... y guiñarte. Sí, te guiña. Te invita. Y la ves ahí, tan cerca, que alzas la mano para acariciarla con los dedos, pero... se esfuma. Se esfuma...
-Obviamente, no hablas de una estrella fugaz, ¿no?
-No, no hablaba de una estrella fugaz...
Paz!
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