domingo, 6 de noviembre de 2011

Soy raro.

 Constantemente, vivimos rodeados de personas distintas la una de la otra. Evidentemente, no existen dos personas idénticas... ¿pero existen personas verdaderamente únicas? Yo, personalmente, soy raro. Más raro que un perro verde. Primer motivo que se me viene a la cabeza: ¿por qué te estoy contando esto a ti, a quién posiblemente no conozca? Es decir, ¿qué coño hago con un blog?

 Tengo una doble moral natural. Ni provocada ni hipócrita. Por un lado, sigo siendo el mismo niño que baila bajo la lluvia. Sonrisa. Sonrisa. Estridente carcajada. Por otro, soy un viejo. Un viejo que persigue el conocimiento, critica su sociedad y lucha por mejorarla. Un viejo que lee libros, y que se anima a escribirlos. De futbolero a escritor, de hooligan a filósofo, de la noche a la mañana.

 Me importa una mierda lo que piensen de mi. Puedo vestir igual en el día de mi cumpleaños o en alguna fiesta especial que cogiendo piñas en el bosque. Me abrigo de sobra aun haciendo calor, no me abrigo lo suficiente pese a hacer frío. Mi madre dice: "Tú, como siempre, al revés del mundo, ¿no?". A lo que yo contesto: "No madre, yo no voy al revés del mundo; el mundo va al revés mía".

 Amo África. Ojalá cumpla mi sueño de visitarla por un tiempo. A mí la rutina no me aburre si disfruto de cada detalle. No bebo nada de alcohol, pero me corre cerveza por las venas. Porque sigo creyendo en el amor aunque éste me golpee constantemente demostrándome que todo es sexo.

 En fin, soy raro. ¿Único? Seguro. ¿Especial? Quizás. Alguien dirá: "¿Gilipollas?", a lo que yo contestaré: "¿Aún lo dudas?". Pero algo sí sé: soy distinto a ti y a los demás. Y eso me supone un gran alivio. Porque si tú no eres especial, nadie va a serlo por ti. Sé raro.


Paz!

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