De repente, me encuentro a mí mismo caminando por una calle llena de gente. Esto es la ciudad, así que todo el mundo va con prisas y sin pararse a mirar lo que tiene al lado. A mi izquierda, en un portal, un vagabundo duerme ajeno al ruido de la ciudad con la única protección de una manta. Afectado, desvío la mirada a la derecha, y encuentro aparcado un Porsche. Sigo mi camino y entro a una cafetería. Media cafetería está pendiente de la televisión. Ofrecen la noticia del día. La evolución de las primas de riesgo en la Bolsa. Siguiente noticia, el hielo en el Ártico desciende a su segundo nivel mínimo histórico. Todos vuelven la mirada al periódico, no les interesa esa noticia. A mi lado, dos empresarios hablan maravillas de la globalización. Es el futuro, dicen. ¿Es el futuro ver a países ricos robar a países pobres? Siguiente noticia. Rajoy, lo primero el empleo. Rubalcaba, no a los recortes. ¿Realmente trabajan por nuestro bien?¿Por qué no investigan los paraísos fiscales?
Cojo el periódico del día y leo: el 80% de la riqueza mundial se la reparte el 20% de la población. En un artículo de opinión, se habla de la pena de muerte. Intento visualizar la escena: un asesino que en realidad no lo es, observa aterrorizado como avanza la inyección letal que le quitará la vida. En África, pueblos oprimidos por gobiernos totalitarios reciben ayuda internacional. ¿Pero qué pueblos son ayudados? Aquellos que pueden pagar con petróleo luego. Cuantos pueblos oprimidos siguen sin ver la salida…Vuelvo a pensar en África. En la pobreza de sus habitantes. En la de millones de personas que mueren, en África y en el mundo, por enfermedades con cura que no interesa producir porque no pueden pagarla…
Pienso en los secretos que la NASA nos oculta y que darían mucho sentido y explicación a innumerables misterios. Rememoro a los policías aporreando manifestantes en aquella manifestación por unas condiciones de vida dignas. Pienso en las guerras, en los países que intercambian mucha, mucha sangre, por poco, poco oro. Veo la envidia en los ojos de quien observa al que la paz ha encontrado.
Pienso en las guerras de religión. En mi opinión, lo más sagrado que puede tener una persona, son sus creencias, que dan sentido a su vida. Pero luego veo, en un lado del planeta, a un musulmán degollando a un cristiano, y en el otro lado, una mezquita ardiendo.
En la costa, un ave lucha por abrir las alas, pero el chapapote se lo impide. En sus profundidades, el mar se cobra una patera llena de personas que sólo buscaban un mendrugo de pan que darle a sus hijos. Se nos dice que el tabaco puede matar, pero creo que el oxígeno de la ciudad está más contaminado.
Todas estas imágenes en mi cabeza, me hacen odiar al ser humano. Me hierve la sangre. Tengo RABIA. Pero despierto de mi sueño. Un joven se levanta y deja su asiento en el autobús a una mujer africana. Entonces pienso que el mundo puede cambiar.
Paz!
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