viernes, 15 de marzo de 2013

Tormenta y alas.


Lualla y Biko.


L- Amenaza la noche con cernirse sobre mis hombros; candente, lejana, áspera. Mas no me importa.

B- Tan lejana como áspera y candente; mi corazón se desboca cuando la siente y anestesio mi piel como narcóticos.

L- ¿Y, de qué sirve? De nada si con ello duermo la llama que me enreda hasta la locura. La que me hace titubear bajo una lluvia que suena a triste, a quebranto y a crepitar del tiempo.

B- Quizás nuestro deber sea aceptar la tormenta, la guerra, la ausencia de paz en la conciencia si ella trae benevolencia con la más íntima esencia de nuestro ser. Y si no se estremece, no es.

L- Nadar contracorriente entre el vaho que ella deje, cubrir el corazón de tenues armaduras que le preparen para la batalla ante un mundo que se resquebraja sin piedad alguna bajo mis pies.

B- Para poca piedad la mía; es hora de que el mundo demuestre que puede estar a la altura. Y si no lo está poco me importa. Me preocupa mi alma, en la que confío para atravesar inmune laberintos de fantasmas…

L- …fantasmas que en noches como esta me susurran vanas melodías sobre lo que pudo y no fue…

B- Cantos de sirena para corsario de veleros; si no fue, se debe a que no lo mereció.

L- Mas ¿quién es el viento para decidir sobre el rumbo de tal velero?, ¿quién el oleaje para agitar su navegar?, ¿Cómo canta la sirena que nunca aprendió a nadar?

B- Pudiérase que Eolo o Neptuno decidieran el archipiélago donde creció la Hidra, mas al fin ya deduje que mis pisadas marcarán la arena del desierto que mi ego seduzca.

L- Seduzca. Enrede en la telaraña de la pasión las mañanas de soles inyectados en vena, de sueños que se tambalean entre sus dunas, atraídos por el respirar hondo de algo mayor.

B- ¿Y cómo tose ese señor mayor?

L- Qué se yo. Las veces agudo chirriar, otras, triste gemir, reír para sí, volar y dormir. Y luego despertar. Nunca alcanzo a entender, no llego más allá de su ser. Siempre despierta.

B- Puede que algún día lo halles postrado sin intención de abrir los ojos...

L- Y que, para cuando de él pueda beber, huya.

B- "Ojalá me quieras libre", dijo uno. Quizás el señor quiera verte volar despojada de cadenas.

L- No hallarás nunca tal ausencia de cordura, que Libertad es hada triste que muy pocos saben ver, que para cuando los grilletes rujan, la llama no habrá vuelto a prender.

B- ¿Y quién porta la antorcha que enciende la llama? Clama a tu alma responsable de tu condición, lo que ocurra en el entorno no importa si tu tobillo está frío.

L- Hallárala quizá en el suspiro de un soñar diferente, bastaría tal clamor para ahuyentar el frio.

B- ¿Sacrificarías tus alas con tal de que aquel pájaro ciego viera la luz?

L- Jamás. Le enseñaría a volar.

B- ¿Así que ostentas el don de enseñar a volar? Eso significa que volar es algo que ya aprendiste.

L- Vuelo en cada gesto, en cada reír. Vuelo en las caricias, en el fundirse del aliento en la nuca. Vuelo aunque la vida se vuelva marchita. Mucho antes que aprenderlo, lo inventé ¿Acaso hallara alguien vida más allá del extraño prender?

B- Yo temo que mis alas sólo prenden cuando vuelan solitarias. Desconfío de mi izquierda, de mi derecha, y del de adelante. Confío en el de mi espalda porque sólo sentí su respiración. No es que yo pretenda volar sólo; pero comienzo a asimilar que ese es mi mejor vuelo.

L- No lo creo. Aquellos osados para volar, corren el riesgo de caer ¿quién entonces no buscara la caricia de otra piel? Basta con saber revestir tal soledad de brisa leve que volando, deje volar.

B- Puedes tener razón, pero a diferencia de tu criterio yo desaprendería todo lo que sé del aire y de las nubes y de las corrientes por un nuevo batir de alas. Quién sabe, quizás sea ese el que me lleve a Helios y me haga arder…

L- Entre tanto dos locos agrediendo al silencio, haciéndolo gemir. Desgarrando ideas, sobre el desnudo papel. Entre tanto amenaza la noche. Candente. Lejana. Áspera.



FIN

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