Son las diez y media y Mamá llamará al teléfono fijo de este
estudiante en su primer año en Málaga. Estudio Periodismo por vocación, o eso
pensaba. Me preguntará qué he comido y, a continuación, que qué tal el día. Le
diré que ha sido un gran día.
Y ha sido un gran día porque me he topado de frente con mis
sueños. No, no los he soñado, los he tenido delante de mí, hablándome y
mirándome a los ojos. Pude incluso tocarlos, mas qué osada falta de respeto
hubiese supuesto tal atrevimiento.
Los tuve delante de mí. Susurrándome con la voz del que ha
aprendido más que enseñado y luchado por algo que yace vapuleado en el suelo. Hablándome
con la voz de la experiencia que dan tantos años trabajando, combatiendo por dar vida a lo que quieren dar
por muerto. Agitando mi conciencia con la voz del que ha apurado el límite de
la censura, llegando más lejos de lo permitido. Ilusionándome con la voz del
que gobierna los picos más altos en poco tiempo, pero paso a paso.
Hoy mis sueños se han materializado frente a mí. He visto el
guerrero que me gustaría ser, cómo me gustaría ser recordado. Soportando una
lluvia eterna que helará tus pies, penetrando el agua en tus zapatos. Pero
aceptando ese sino. Siendo consciente de que sólo los valientes tienen un lugar
en el Periodismo.
Paz!
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