miércoles, 11 de julio de 2012

Sirenas V.

 Seguí navegando. ¿Qué iba a hacer? ¿Volver? No. Las gaviotas continuaron tentándome. Llegué a rozarlas pero no, no caí en su juego. Creí divisar más colibríes, pero no, eran simples aves pequeñas. Comencé a escribir, y con ello, a reflexionar. Así, extraje mis propias conclusiones.

 El amor es engañoso. El amor es un mar y un cielo inmenso. Sin embargo, todo es una ilusión. Una ilusión que protege el amor puro, el amor verdadero, el cofre del tesoro que descansa en el fondo. Aquel que te hace volar. Aquel que te hace perder la noción del tiempo. Aquel que te hace llorar entre risas y reír entre lágrimas. Ese amor es el que vale. Porque para volar con el alma, las alas no son necesarias.

 Puedes llegar a pensar que no, pero a todos nos espera una sirena. Pero ten cuidado, porque puedes confundirte. Eso sí, cuando la hayas encontrado, lo sabrás. Yo sigo buscando mi sirena. Por eso continúo surcando los mares. Esto lo viví yo en primera persona. Yo, que no sabía nadar, mucho menos, navegar.



                                                            FIN


SIRENAS.

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