domingo, 23 de octubre de 2011

La capacidad de emocionar.

 Las personas que poseen el vicio de crear están acostumbradas a recibir críticas. Unas buenas. Otras malas. Unas decepcionadas. Otras asombradas. Mantener la calma es la clave. Los humos a ras de suelo, pero la cabeza siempre alta. Aun así, el autor de una creación considera a ésta su hija. El fruto de su trabajo y esfuerzo. Y es imposible obviar el orgullo que siente por él mismo.

Sin embargo, este orgullo llega a un punto que es difícil de describir. Cuando el poder que ejerce tu obra llega a conmover. En mi caso personal, mis armas son las palabras. La capacidad de expresión.

Mágico es el momento en que tus palabras logran captar la atención del público. Sientes clavados sus ojos. Sientes en ti sus pensamientos. Reflexionando sobre tus palabras. Recitando suave, soplando en la fibra sensible de cada uno, llegando a cada rincón de sus corazones. Parando respiraciones. Un momento mágico.

A mí me ha tocado vivirlo en un sentido homenaje a mis abuelos maternos. Casi cincuenta integrantes de la familia pendientes de mis palabras. Y las lágrimas de mi abuela acariciando sus mejillas. Un instante para enmarcar, pero que deja con la sensación de: “Joder, si lo llego a saber no escribo nada”.

Así como lo sentí  te lo cuento. Es el regalo al creador. La capacidad de emocionar.



Paz!

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