Madrugada del viernes 22 al sábado 23. Me resulta imposible conciliar el sueño. Acostado en la cama, escucho terminar el Larguero en la Cadena Ser como suelo hacer cada noche. Tras la despedida entra en emisión el informativo. Su primera noticia nos transporta a un país del norte de Europa: Noruega. A Oslo, mejor dicho. Unos atentados terroristas mantienen en vilo al país y a Europa. Los primeros apuntes nos desvelan que podrían haber sido cometidos por antisistemas locales. Pero no termina de cuadrar, pues también ha sido atacado un campamento juvenil del Partido Laborista en la isla de Utoya.
Al día siguiente termina de concretarse el drama. Dos ataques. Una bomba en pleno centro de Oslo que mata a siete personas. Un ataque a un campamento veraniego termina en masacre con 82 muertos. La inmensa mayoría, adolescentes. Con 92 muertos se salda el posiblemente día más negro de la historia de Noruega. Corre el rumor que pudiera haber sido un ataque islamista. Nada cierto aún.
Finalmente es detenido el autor de los atentados. Confiesa ser el responsable pero dice no aceptar su “responsabilidad penal”. Su nombre, Anders Behring Breivik. Investigando sobre él, encontramos su perfil de Facebook. En él muestra orgulloso sus ideas. Fundamentalista cristiano, ultraderechista, antimarxista y racista. Por lo visto, también tiene publicado en Internet un manifiesto abogando por la eliminación de la multiculturalidad. Por lo visto, su salto a la fama se produjo tras defender a una banda de neonazis que asesinaron a un inmigrante africano. Entre las citas célebres que podemos encontrar tanto en su perfil de Facebook como en su manifiesto, encontramos:
-“¿Cuándo ha dejado de ser el multiculturalismo una ideología dirigida contra la cultura europea, las tradiciones, la identidad y las naciones Estado?".
-“Las asociaciones de derechos humanos defensoras de las minorías no son más que violentas organizaciones marxistas”.
Todo un personaje. Un personaje que no debería existir nunca. Al parecer, ha confesado que actuó en solitario, aunque siguen buscando y deteniendo sospechosos. Ha reconocido que sus actos han sido atroces, pero que eran necesarios… Ahí queda eso.
Con la sangre de estas 92 pobres víctimas escribimos un nuevo capítulo en las guerras de religión, las masacres más atroces jamás cometidas en mi opinión. Más atroces aún que las Guerras Mundiales. Quizás no por las víctimas, sino por las razones por las que son motivadas. Radicalistas religiosos que llevan su fé a los límites más extremos. Cuántas religiones, y quizás un solo Dios. ¿Matan por ponerle apodos? Me parece terrible. Esta vez ha sido un ataque por un fundamentalista cristiano, pero otra vez será por un fanático islamista. Ambos son deleznables.
Para mí no hay dudas. Las guerras de religión son el cáncer de la humanidad. Una fé que te ciega, te ciega y te hace apretar el gatillo, lanzar la granada o sencillamente pulsar el interruptor.
Mucho amor para Oslo, para las víctimas y para los familiares. Rest In Peace.
Hoy más que nunca, finalizo mi articulo con mi despedida de siempre: Paz!
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