He corrido mucho, y siempre en círculos. He pisado arena,
tierra, cemento y clavos; pero no soy un faquir. Sangro, y ni siquiera sé dónde
estoy.
Me pregunto si ha merecido la pena correr, caminar, en pos
de ese algo que realmente no existe, más allá de algún lugar en mi cabeza. Si
he sido más feliz en dos años quemándome sin saberlo o en diez meses alejado.
Si he obtenido la felicidad que verdaderamente quiero, merezco o necesito, o
sólo aquella que un lado salvaje e irreal de mi alma implora. Si he pensado en
mí mismo.
Y comprendes que no has sido más que un cobarde que no ha
dejado de coleccionar miedo y melancolía, sin auténticas ganas ni de vivir, ni
de sentir, ni de nada. Tragando llaves. Vendándome los ojos.
Besarte las heridas sin prometerte la cura. Darme una
oportunidad.
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