Amor siempre fue, es, y será, un personaje especial. Un personaje que huye de las matemáticas. Un personaje que no entiende de lógica. De las pocas manzanas que al soltarla no es atraída por la gravedad; flota o se eleva. Amor es rebelde, no intentes aplicarle la ley.
No entiende ni de fronteras ni de colores; su única patria es el corazón, y ardua es su constante batalla con la razón. En nuestra sociedad, Amor suele ser imaginado con una sonrisa y un gesto alegre en el rostro; pero por el contrario, y como todos, también tiene un lado oscuro.
Amor es egoísta. Lo quiere todo para él. Y como no entiende de leyes, innumerables veces condena a quienes lo quieren al dolor y al sufrimiento. Hay que ser delicado con Amor, porque también él puede ofenderse fácilmente. Exige que lo que él da a los demás le sea devuelto, y de no ser así, se cobra la venganza.
¿Pero qué podemos hacer para frenar a Amor? Absolutamente nada. Porque Amor ni se crea ni se destruye; él despierta o duerme. No podemos hacer nada por evitarlo. Debemos aprender a convivir con él, dejándole actuar. Y si tropezamos, nos levantaremos y probablemente volveremos a tropezar. Pero él es Amor, y a Amor nadie lo puede parar.
Paz!
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